Soy de las que piensan que los gatos son animales muy especiales... mágicos, inteligentes e independientes como ningún otro animal...no sé. En casa de mi madre ya ha habido dos y en el campo, mi padre se encarga de cuidar, alimentar y sanar a todo gato que aparece por allí para desesperación mía y de mi madre porque se nos cuelan en la casa y lo ponen todo perdido...
Blanquita, la gata de mi madre.
Os contaré algo curioso. En el campo de mi padre, los gatos están como en su casa, viven como auténticos reyes: pienso especial, curados "médicos", casitas y camitas calentitas y limpias cuando a alguna mamá gata se le va a multiplicar la familia... Vamos, que están en la gloria. Ah! Y todos tienen nombre!
No hace mucho a una de estas mamás gatunas se le pusieron malos los hijitos con alguna infección en los ojitos. Pobrecitos, daba dolor mirarlos... Pues bien, mi padre estaba cansado de buscar a los gatitos para ver si estaban bien y esas cosas que hace mi padre con "sus" gatos (que realmente, no lo son... pero bueno). El caso es que una tarde cuando se acercó al campo después de trabajar, se encontró que la mamá gata se los había colocado muy bien puestos en el escalón de la casa... Ella estaba allí con sus hijos esperando a que el "médico" llegase para que se los curara... Mi padre alucinó!
Los cogió y le lavó los ojitos con suero, una gasita y muuuuuucha paciencia. Los acomodó en el porche en una cajita muy arropaditos... Les dió leche y los atendió como si fuese un padre durante el tiempo que hizo falta... La gata sólo permitía que él los tocara y los mimara. A ninguno de nosotros nos quería cerca de sus hijos, sólo a él. Al final no todos se salvaron, pero el que lo hizo consiguió ver y que la infección se fuera o remitiera bastante...
Por eso quiero hacer mi pequeño homenaje a mi padre y sus amigos gatunos con este broche. Es uno de los primeros que monté usando como base la arcilla polimérica. Es sencillo, sin complicaciones... Me gustó tanto que me lo quedé para mi
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